Con la práctica de Agricultura de Conservación y uso de variedades de maíz adecuadas y camas elevadas permanentes —arreglo del suelo con material orgánico que permite un mejor aprovechamiento del agua— en lugares determinados se obtuvieron mayores rendimientos y ganancias en la producción (más de 18 mil pesos por hectárea) y se aumentó el carbono orgánico del suelo en un promedio de 63 por ciento.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) destacaron lo anterior, con base en un estudio realizado por científicos en la plataforma Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí, uno de los espacios de investigación de MasAgro.
La investigación se publicó en la revista internacional Agronomy, con el título: “La Agricultura de Conservación mejora el rendimiento a largo plazo y la calidad del suelo en la rotación de avena y maíz con irrigación”.
Los resultados del estudio son doblemente relevantes porque benefician al ámbito agrícola nacional y tienen un impacto científico en el mundo, ya que las condiciones en las tierras altas mexicanas —como las de San Luis Potosí, donde se desarrolló la investigación— son representativas de las tierras altas tropicales, lo que significa que la Agricultura de Conservación —que fomenta MasAgro— podría ayudar a reducir la degradación y los problemas de fertilidad del suelo en amplias regiones del planeta.
En el texto publicado se da cuenta que México está generando un impacto científico en el mundo, a través de la investigación colaborativa que promueve MasAgro —programa de Agricultura y el CIMMYT—, y que científicos del Centro y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) desarrollaron un estudio sobre Agricultura de Conservación con resultados que pueden extenderse a otras regiones.
En el artículo, los investigadores del CIMMYT y el INIFAP describen cómo los rendimientos aumentaron con Agricultura de Conservación bajo condiciones de riego, incluso en suelos de mala calidad; se trata de una práctica sustentable que puede mejorar la calidad del suelo, tanto que, aún bajo condiciones de riego, se observó un incremento de tres toneladas por hectárea en el rendimiento.
Los especialistas Simon Fonteyne, Miguel Ángel Martínez, Abel Saldivia y Nele Verhulst son quienes realizaron la investigación, en la cual se destaca que la Agricultura de Conservación —sistema basado en la mínima labranza, la cobertura del suelo y la rotación de cultivos— se ha implementado principalmente en condiciones de temporal, donde ayuda a capturar y retener la humedad, por lo que se consideraba improbable que en condiciones de riego mejorara los rendimientos.