Por Alex Villegas..
La próxima entrada en la Fase tres de la pandemia de COVID-19, ha puesto al ciudadano presidente y al equipo de salud a trabajar a marcha forzada, en medio de un ambiente donde destacan las manifestaciones por la carencia de material por parte de los trabajadores de ese sector.
La información sobre la importación de equipo y material, se ve opacada por las protestas de médicos y enfermeras quienes hacen énfasis en las carencias que enfrentan para brindar una atención adecuada a los enfermos y protegerse.
Evidentemente el escenario se complica para el ciudadano presidente y se séquito, al tiempo que se comienza a hablar con claridad, aunque sin destacarlo que la pandemia podría controlarse hasta octubre, con lo que el horizonte de espera social se prolongará.
Y ante ese escenario, lo que más debe preocupar al grueso de la colectividad más allá de la recuperación paulatina de la actividad económica que podría iniciar en el mes de mayo, es el abasto adecuado de alimentos y la producción del campo mexicano.
Sin duda, en toda sociedad, la alimentación ocupa un lugar primordial para la subsistencia, pero de ello y la importancia de la autosuficiencia alimentaria poco se ha hablado.
Las compras de verdadero pánico o previsión que se realizaron a fines de marzo, se quiera o no, serán insuficientes para cubrir un periodo largo de tiempo, por lo que más temprano que tarde, se agudizará el escenario alimentario.
De eso no hay duda, la menos que el ciudadano presidente tenga número que pueda garantizar lo contrario. Y con ello alejar del horizonte inmediato la figura de los modernos jinetes del apocalipsis que empiezan a campear en territorio mexicano.
Severidad
En medio de la necesidad de permanecer en aislamiento para evitar el crecimiento exponencial de los contagios, la aplicación de medidas severas por parte de las autoridades estatales y municipales, no parece ser la decisión más adecuada.
La imposición de sanciones económicas e incluso el uso de la fuerza pública, por desgracia, en muchos casos contrasta con la necesidad de aquellos que tienen que salir cotidianamente de casa en busca del sustento diario.
No todos tienen un ingreso económico garantizado, así como no todas las actividades pueden realizarse desde el hogar por medio de las tecnologías de la información.
En ese punto, el contraste entre la necesidad de obtener ingresos para subsistir y la obligación de permanecer en aislamiento, es más que grave y ninguna autoridad al momento ha tomado medidas para garantizar el sustento en todos los hogares simple y sencillamente porque no cuentan con esa capacidad.