El papa Francisco lamentó el domingo la “cultura de la comodidad” que lleva a la indiferencia ante una crisis global de migraciones y refugiados.
“No podemos ser indiferentes a la tragedia de viejas y nuevas formas de pobreza, al desolador aislamiento, el desdén y la discriminación que experimentan aquellos que no pertenecen a ‘nuestro grupo”, dijo Francisco durante una misa por el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados.
El pontífice añadió que las armas que alimentan las guerras a menudo se venden y producen en otras regiones “que después no están dispuestas a recibir a los refugiados generados por estos conflictos”.
Muchos migrantes y refugiados de conflictos en todo el mundo asistieron a la misa en la Plaza de San Pedro, que terminó desvelando una escultura de bronce que muestra a migrantes en un bote abarrotado.