El pasado sábado 15 de febrero el cuerpo de Fátima Cecilia, una menor de 7 años que había sido reportada como desaparecida desde el 11 de febrero, fue hallado en un camino de terracería dentro de una bolsa en la Alcaldía Tláhuac de la Ciudad de México. Este feminicidio, que ocurre apenas una semana después del de Ingrid Escamilla, desató una ola de protestas tanto en la alcaldía de Xochimilco, que es el lugar donde vivía la menor, como en redes sociales, exigiendo justicia.
El presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado sobre el feminicidio de la menor y su respuesta ha generado una gran cantidad de reacciones negativas.
“Yo sostengo que se cayó en una decadencia, fue un proceso de degradación progresivo que tuvo que ver con el modelo neoliberal”, dijo el mandatario, y agregó, “Siempre he dicho que se mide el desempleo, el crecimiento económico, se mide incluso el número de homicidios, pero no se mide el grado de descomposición social que produjo el neoliberalismo. Hay una crisis profunda de pérdida de valores”.
Más adelante el presidente siguió hablando de la moralidad, “Entonces esto no sólo se resuelve con policías, ni con cárceles, ni con amenazas de mano dura. Aquí tenemos que atender el fondo, que haya bienestar material y del alma, que se insista hasta el cansancio en que sólo siendo buenos podemos ser felices y que ayudemos todos a tener una sociedad mejor. Esto es el fruto podrido del egoísmo y de la acumulación de bienes en unas cuantas manos y del abandono de la inmensa mayoría de nuestro pueblo”.
Los dichos del presidente generaron varias críticas, por ejemplo, la escritora Alma Delia Murillo, ironizó con la respuesta y señalo que parecía más la de un sacerdote que la de un presidente.
—¿Qué piensa del asesinato de Fátima, señor presidente?
—Que hay que purificar la vida pública, ser buenos, predicar con el ejemplo.
—Disculpe, señor sacerdote, me confundí.
(De veras, estamos en la desesperanza)