Tepito, mejor conocido como el Barrio Bravo, es un lugar emblemático en la periferia del Centro Histórico de la Ciudad de México. Se encuentra al norte de este último, y no se trata de una colonia, como muchos pensarían, sino de una demarcación dentro de la colonia Morelos.
De este barrio han salido un sin fin de celebridades del mundo artístico, pero también del mundo del deporte, y es un lugar obligado para conocer la verdadera esencia de la capital. Tiene una tradición de muchos años, y su historia se remonta a la época prehispánica.
La demarcación del Barrio Bravo es el Eje 1 al sur, Eje 2 al norte, Paseo de la Reforma al Oeste y Av. del Trabajo al Oriente. La influencia de Tepito alcanza zonas como La Lagunilla, Garibaldi y la colonia Guerrero. El nombre de la zona tiene un origen Náhuatl, pues de acuerdo con historiadores, el nombre es un derivado de teocal-tepiton que significa “pequeño templo”.
En este lugar, durante la época de la colonia, hubo un templo católico, que llevaba por nombre San Francisco Teocaltepiton. Poco a poco, el nombre se fue acortando, hasta quedar solamente como Tepito.
Otra versión, señala que el nombre había nacido de la expresión “te pito”. Esta, porque los policías encargados de hacer guardia nocturna a entre las vecindades de la zona, se ponían de acuerdo y pitaban en caso de tener algún problema. De ahí, que se decían “te pito, si pasa algo”. De ahí, se dice, también viene el nombre.
Durante la época prehispánica, esta zona fue un lugar fronterizo entre la ciudad de México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco. En la guerra de colonización fue uno de los últimos lugares que resistieron a los españoles, tanto de mexicas como de tlatelolcas. Luego de la derrota de los mexicas, Hernán Cortés, el conquistador español, lo expulsó hasta los márgenes de la nueva Ciudad de México. Incluso, crónicas españolas cuentan que los pobladores de la zona que hoy constituye Tepito, fueron quienes entregaron a Cuauhtémoc a los españoles, y desde ahí comienza su historia con mala reputación.
Durante la época colonial, el barrio se conoció como San Francisco Teocaltepiton, y fue controlado, en su mayor parte, por indígenas tlatelolcas. En conjunto con sus vecinos de Tequipeuhcan y Santa Ana Atenantitech (Peralvillo), el lugar se convirtió en una de las regiones más marginales de la capital mexicana. Su estatus jurídico era el de república de indios, lo cual permitía que tuviera cierta autonomía y respeto a sus usos y costumbres.
“En Tepito, los indios se sucedían sin orden formando intrincados laberintos, y el paisaje corriente era de atraso, olvido y suciedad”, escribió el cronista Antonio de Ulloa de 1777.
Para la época del México independiente, Tepito sufrió un proceso de reordenamiento. Con la llegada de las Leyes de Reforma, las propiedades comunales tuvieron que ser vendidas y comenzaron a ser adquiridas por los empresarios. Debido a esto, y a la escasez del agua, para 1870 se convirtió en una zona abandonada, lo que atrajo a criminales y prostitutas para vivir en el barrio. Sumado a ello, el lugar también se convirtió en un basurero.
Para tratar de hacer frente al problema de agua, en 1874 el Ayuntamiento de México autorizó que se abrieran pozos artesianos para no impedir el progreso de la ciudad. Gracias a ello, el sacerdote Juan Violante compró el rancho de Granaditas. Dicho trazo permitió que en 1884 se fundara la mítica colonia Morelos, cuya población se dedicaba principalmente a actividades obreras como la albañilería, carpintería, siembra, etcétera.
Para 1880, el mercado informal se adueño de las inmediaciones del templo de San Francisco. Al principio, el lugar, se dijo, iba a servir como centro de reubicación temporal de vendedores ambulantes del Centro Histórico, así como de comerciantes de La Lagunilla. Sin embargo, la segunda etapa de reubicación nunca llegó, y ahí se estableció el mercado.
Para inicios del siglo XX la mayoría de las personas en Tepito habitaba casas individuales, sin embargo, poco a poco se copió el modelo de vecindades que abarrotaba el Centro Histórico. También, el agua era escaza en la zona, por lo cual se establecieron lavaderos comunales que poco a poco se convirtieron en centros de convivencia.
Durante la Guerra Cristera, numerosos zapateros del bajío llegaron a establecerse en el Barrio Bravo, y a partir de entonces, Tepito se dedicó, casi exclusivamente, a la venta de calzado.
Para 1950, debido a la falta de control, Tepito se convirtió en un centro de comercio totalmente informal, y pese a que el gobierno capitalino intentó transformar las vecindades en edificios de departamentos con mayor regulación y acabar con el ambulantaje, no lo lograron, pues la situación los sobrepasó.
Con la llegada de la globalización, los tepiteños dejaron de dedicarse exclusivamente a la venta de calzado, y comenzaron a incluir todo tipo de mercancías. Sus tianguis pasaron a ser lugares en donde se vendía “fayuca”, que eran productos traídos a México de contrabando, y cuyo costo era notablemente más bajo que el de los lugares formales. Poco a poco, las grandes vecindades se transformaron en bodegas.
Con el terremoto de 1985 los habitantes comenzaron a abandonar los inmuebles, lo que incentivó a que estos fueran ocupados para actividades ilícitas.
Actualmente en Tepito se comercializa casi cualquier tipo de productos, desafortunadamente, incluye drogas y otras actividades ilegales.