Miles de juguetes donados por migrantes en Estados Unidos se han convertido en el camino de retorno con el que centroamericanos y mexicanos logran conectar con sus raíces en las festividades decembrinas, y de paso alegrarle la Navidad a un niño de escasos recursos.
«Estos juguetes son una forma de decirles que no los hemos abandonado y que no olvidamos las circunstancias de pobreza de nuestros países», dice a Efe Antonio Ayala, director de la Fundación Hola El Salvador.
La organización, basada en Los Ángeles, entregará esta Navidad más de 25.000 juguetes, artículos escolares y víveres en El Salvador.
Los regalos fueron recibidos en las primeras semanas de noviembre en un evento de recolecta que lleva 23 años convocando a la comunidad migrante que vive en el sur de Los Ángeles, y en otras áreas de todo el país.
Ayala explica que la mayoría de las donaciones son hechas por migrantes que en su infancia afrontaron situaciones de extrema pobreza.
«Muchos de los que donan les hubiera gustado tener ese juguetito en sus navidades», indica.
«Nuestra comunidad sabe que una muñeca o un carro de cinco dólares puede hacer la diferencia en la navidad de un pequeño en nuestros países», añade el director de la fundación.
Además, destaca que las donaciones a su fundación no sólo son hechas por salvadoreños sino que entre los benefactores anónimos hay migrantes mexicanos, guatemaltecos, hondureños, colombianos y paraguayos.
Esto, además de una docena de otras nacionalidades de personas que colaboran con esta causa con obsequios, dinero en efectivo, sillas de ruedas, bastones y otros artículos de primera necesidad.
Este gran número de migrantes que responden al llamado, subraya Ayala, fue el impulso para pasar del envío de dos pequeñas cajas en 1996 a un contenedor de 45 pies este año. «¡Nos hizo falta espacio!».
«Lo que en Estados Unidos una familia descarta es un tesoro en países como El Salvador», recalca el activista.
El fundador y presidente de la Fundación Juguetes por Sonrisas Honduras, Maynor Sandoval, coincide con Ayala, sobre las necesidades de las regiones pobres de Latinoamérica.
«A mi me tocó buscar juguetes en la basura en Honduras, en ese tiempo pensaba que cuando grande iba a ser rico y comprar muchos juguetes para repartir», evoca Sandoval.
Aunque aún no se ha convertido en un hombre millonario, este inmigrante de 34 años logró en Estados Unidos cumplir su meta de alegrar la Navidad de cientos de niños en su país.
Incluso, su sueño ya traspasó fronteras intercambiando obsequios por sonrisas en Guatemala, México, y Colombia.
Los niños indocumentados de las caravanas que esperan en la frontera de México con Estados Unidos también han sido favorecidos por la misión de Sandoval.
«Sufrieron mucho para llegar hasta Tijuana y se merecen pasar al menos un día feliz», considera el inmigrante hondureño que reside en Los Ángeles.
Sandoval, al igual que Ayala, han tenido que lidiar con las críticas por recolectar los juguetes «viajeros» y llevarlos hasta su destino final.
«Muchos sugieren que recolectemos dinero y compremos los juguetes allá donde vayamos y no gastemos dinero en el envío, pero ellos (los críticos) no entienden la conexión que existe entre la persona que dona el juguete y el niño que lo recibe», puntualiza Ayala.
Esta necesidad de crear un lazo es la que impulsa a la guatemalteca Josefina Álvarez a colaborar con la fundación salvadoreña desde hace más de 16 años.
La inmigrante contó a Efe que ha enviado más de 200 juguetes y que su motivación es «enviar un poco de esperanza a los niños de que siempre habrá un futuro mejor».
Este también es el argumento de la Cámara de Comercio de las Minorías de Estados Unidos, con sede en Miami, que en esta Navidad repartirá aproximadamente 7.500 juguetes a las familias deportadas recientemente a Honduras para recordarles que durante estas fechas «no han sido olvidadas por la población estadounidense».
Con esta campaña queremos ser un apoyo para las familias que se han visto obligadas a retornar a su país, señaló a Efe el director de la Cámara, Doug Mayorga.
Las entregas de juguetes que comenzaron a mitad de diciembre en México y otros países centroamericanos se extienden hasta la celebración del día de Reyes.
«Navidad llega a veces un poco retrasada pero lo importante es que esos juguetes lleguen a su destino final, después de un largo viaje», puntualizó Ayala.
Ana Milena Varón