MÉXICO, 11 de enero de 2022.- Desde que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer la iniciativa de reforma eléctrica en 2021 los opositores han utilizado una frase atractiva pero errónea para desprestigiarla: los costos de generación de CFE son más altos que los de los particulares.
El precio de producción de un servicio es difícil de determinar. En el caso de la electricidad se necesita la información necesaria para conocer todos sus costos de producción y, de esta manera, establecer las tarifas. En México sólo la CFE puede tener esta información porque es la única que se encarga de la generación, transportación y distribución de energía eléctrica en el país.
Aunque hay empresas privadas que estiman sus costos de generación y comercialización, difícilmente tienen de primera mano las cifras de la cadena de producción y distribución. Por ello, cuando insisten en la ineficiencia de la CFE en razón de sus altos costos, habría que preguntarles cuáles son sus referentes.
Los opositores de la CFE han construido una narrativa simple: la CFE es cara; los privados, no. Cuando exhiben datos que, supuestamente, respaldan esa oración no explican que para la iniciativa privada sólo consideran los costos variables y para la CFE los costos totales.
Las energías eólica y solar, por ejemplo, han reducido sus gastos de producción; sin embargo, cuando se publican sus cifras no se incluyen lo que cuesta hacer llegar la luz al consumidor final, el costo de elaboración de los dispositivos para generar la electricidad, los costos hundidos al dejar de operar o las externalidades que hay al desechar paneles solares y generadores eólicos.
La utilidad de estos costos “bajos” se evidencia en la regulación del mercado. El modelo marginalista prioriza los bajos costos para ofertar la electricidad. No obstante lo anterior, se termina pagando a todos los productores el costo de la tecnología más ineficiente o del combustible de mayor precio; es decir, el más alto. Así, los privados se aseguran de tener alguna ineficiencia que les permite una renta extraordinaria para maximizar sus ganancias.
En México, además, los generadores de energía venden la electricidad a la CFE —que posteriormente la distribuye—, pero no pagan los costos reales al usar las redes de ésta. Es evidente, así, que sus estimaciones no se comparan con los verdaderos costos de toda la cadena de la industria eléctrica.
Otro problema a tomar en cuenta es que los reguladores en México, como la Comisión Reguladora de Energía (CRE), no reconocen todos los costos de la CFE para determinar las tarifas. Esto perjudica las finanzas de esta empresa pública.
Los centros de pensamiento y detractores de la CFE se han adjudicado una autoridad que no les corresponde (porque no tienen la información) al estimar los costos de producción de la electricidad en México.
En la guerra mediática y geopolítica la construcción de narrativas es un arma eficaz contra el enemigo. Por ello hay que tomar en cuenta que la publicación de estas cifras son parte de una estrategia para construir un consenso en contra de la CFE.
Desafortunadamente, algunas personas y medios sin la suficiente información toman como referente esa estrategia para formarse una opinión. Pero una mentira dicha mil veces no se convierte en verdad: sigue siendo una mentira.