En una liturgia de Vigilia Pascual reducida debido al COVID-19, el papa Francisco dijo el sábado que esperaba que los tiempos oscuros de la pandemia terminen y que la gente pueda redescubrir “la gracia de la vida cotidiana”.
Este es el segundo año consecutivo en que las eucaristías encabezadas pro el Santo Padre en Semana Santa han tenido una asistencia limitada a cerca de 200 personas en un altar secundario de la Basílica de San Pedro, en lugar de las casi 10 mil personas que suelen acudir a la iglesia más grande del cristianismo.
La misa comenzó dos horas antes de lo habitual para que los participantes pudiesen regresar a casa antes del toque de queda a las 22:00 hora de Roma, que, como el resto de Italia, está sometida a estrictas restricciones de cuarentena durante el fin de semana de Semana Santa.
Al comienzo de la liturgia, la basílica estaba a oscuras a excepción de las llamas de las velas sostenidas por los participantes, lo que representa la oscuridad en el mundo antes de Jesús.
El Sumo Pontífice, cardenales y obispos caminaron hacia el altar, trayecto en el que un diácono cantó tres veces antes de que se encendieran las luces de la basílica.
En la homilía de la novena Semana Santa de su pontificado, Francisco dijo que la festividad trae consigo la esperanza de una renovación tanto a nivel personal como global.