¿Volver a inyectarse una vacuna desarrollada apresuradamente? Nunca más, dice Meisa Chebbi que, como cientos de otros jóvenes suecos, desarrolló narcolepsia tras una campaña masiva de vacunación contra la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010.
La horrible experiencia asestó un duro golpe a la confianza de los suecos en cualquier futura vacuna contra el nuevo coronavirus, en medio de los temores a desconocidos efectos secundarios a largo plazo.
“Nunca recomendaré” una vacuna que ha sido lanzada al mercado apresuradamente, cuenta a la AFP Chebbi, de 21 años, “a menos que realmente tengas que vacunarte por razones de riesgo”.
El país escandinavo tiene una participación de más del 90% en su programa de vacunación infantil voluntario.
Pero una reciente encuesta realizada por el instituto Novus señala que el 26% de los suecos no planea inocularse ninguna de las vacunas en desarrollo contra el Covid-19, frente a un 28% de indecisos.
El 46% asegura que sí se vacunaría.
“Ha destrozado mi vida”
Entre los que se oponen, el 87% afirma que se debe al miedo a los todavía desconocidos efectos secundarios.
Las autoridades sanitarias en Suecia instaron en 2009 a su población a vacunarse voluntariamente con la vacuna Pandemrix contra la gripe A (H1N1), desarrollada por la compañía británica GlaxoSmithKline.
Más del 60% siguió la recomendación, el porcentaje más alto en el mundo.
Pero Chebbi y otras cientos de personas, principalmente niños y jóvenes adultos menores de 30 años, fueron diagnosticados después con narcolepsia, como un efecto secundario de la vacuna.
Con el tiempo se estableció un vínculo con un adyuvante o potenciador en la vacuna de Pandemrix que buscaba reforzar la respuesta inmune.
La narcolepsia es un trastorno crónico del sistema nervioso que causa una somnolencia excesiva y a menudo incómoda.
“Tengo ataques de sueño todo el tiempo en todo tipo de situaciones y en momentos inapropiados […] Durante mi comida, en entrevistas de trabajo, en clases, seminarios, en la universidad. Me quedo dormida en mi puesto de trabajo, en el autobús y en cualquier parte”, dice Chebbi.
“Ha destrozado mi vida”, afirma.
El seguro farmacéutico sueco aprobó hasta ahora 440 de las 702 reclamaciones por narcolepsia vinculadas a Panemrix, pagando un total de 100 millones de coronas (9,8 millones de euros, 11,6 millones de dólares).
‘Única solución a largo plazo’
Anders Tegnell, epidemiólogo jefe del gobierno sueco y cara visible de la controvertida estrategia “blanda” del país en la lucha contra el nuevo coronavirus, formaba parte de un grupo de expertos en el Consejo de Salud que llamó a una vacunación masiva en 2009-2010.
“Por supuesto, la decisión habría sido totalmente diferente si hubiésemos conocido los efectos secundarios. Pero eran totalmente desconocidos, fueron una sorpresa para todo el mundo”, declaró Tegnell en una entrevista con la AFP.
“Ha habido un consenso internacional durante muchos años de que lo mejor que se puede hacer durante una pandemia es vacunar, y es realmente la única solución a largo plazo que tenemos”, añadió.
Babis Stefanides, un residente de Estocolmo de 36 años, reconoce que está muy preocupado con la vacuna contra el covid-19. “No tengo pensado vacunarme”, dijo a la AFP. “Simplemente hay demasiadas preguntas”, añadió.
Tegnell aseguró que comprende la preocupación de los suecos. “Cuando hay una nueva vacuna de la que no sabemos mucho -contra una enfermedad de la que no sabemos mucho- todo el mundo […] quiere tener más información antes de tomar una decisión”, dijo.
“Vamos a informar sobre estas vacunas cuando sepamos algo más sobre ellas”, explicó.
El epidemiólogo descarta hacer obligatoria cualquier futura vacuna.
De acuerdo con el director de la agencia sueca de salud pública, Johan Carlson, se tendría que vacunar entre un 60% y un 70% de la población para detener la propagación del virus.
Con el objetivo de aplacar los miedos, Suecia planea establecer un registro para detectar rápidamente cualquier efecto secundario de una futura vacuna contra el coronavirus.
Solidaridad cuestionada
Entretanto, Hannah Laine, una trabajadora social de 37 años en Estocolmo, contó que ella, su marido y sus tres hijos definitivamente se vacunarían, a pesar de sus temores.
“Si ha sido aprobado para salir al mercado y vemos que la agencia de salud pública y la sociedad dicen que deberíamos vacunarnos, lo haremos”, declaró a la AFP.
“Tenemos una responsabilidad moral para con los ancianos y los enfermos. La tomaremos, quizás no para nuestro beneficio pero para el de la sociedad”, aseveró.
Este tipo de pensamiento preocupa a Elisabeth Widel, presidenta de la Asociación de Narcolepsia.
Según ella, las autoridades sanitarias no se equivocaron con su campaña masiva de vacunación en 2009, pero apelaron demasiado al sentido de solidaridad sueco y espera que esta vez no hagan lo mismo.
“Las personas que escojan no vacunarse no deberían ser culpadas y avergonzadas. Porque no es obligatorio, lo que significa que es una elección libre”, señaló.
Meissa Chebbi es por su parte categórica: “No voy a inyectarme la vacuna hasta pasados unos cinco años, cuando sepamos cuáles son los riesgos”.