En la agenda política-económica nacional está en boga la posible instalación de la planta ensambladora de Tesla en Nuevo León. Las recientes declaraciones de esta semana del presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia matutina respecto a la problemática que tenemos por la escasez del agua y la posible afectación que la llegada de la empresa tendría en la entidad tuvo reacciones encontradas y con muy poco análisis.
El gobernador Samuel García fue rápido en declarar “en Nuevo León sí hay agua”, a pesar de la muy reciente crisis hídrica que vivimos el año pasado que obligó la intervención de la Federación con una inversión de 15 mil 700 millones de pesos. Así como de las proyecciones de la Comisión Nacional del Agua que indican que volveremos a sufrir de escasez y cortes de agua a partir de mayo de este año.
El problema del agua está muy lejos de resolverse. Se necesitan mayores plantas potabilizadoras, sistemas de captación de agua de lluvia, explotación responsable de los mantos acuíferos, uso diferenciado y responsable del agua destinada a la agricultura y la industria, una mejor administración de las presas, conclusión de la presa Libertad, así como terminar el proyecto acueducto El Cuchillo II.
La apertura de las plantas de Tesla en Austin y Berlín afrontaron la misma polémica por el uso del agua. La planta de Texas tiene una capacidad para ensamblar 550 mil vehículos y requiere de una disponibilidad de agua de 1.4 millones de metros cúbicos al año. Durante la reciente crisis en Monterrey se calculó que existe un déficit hídrico de más de 31 millones de metros cúbicos anuales.
No podemos seguir con la misma inercia de décadas en Nuevo León de atraer inversión a costa de todo. Esta mentalidad ha ocasionado el aire contaminado que metemos a nuestro organismo todos los días, así como la escasez de agua.
Indudable es que la inversión conlleva enormes beneficios para cualquier estado y siempre será un objetivo primordial del gobierno, pero no se puede buscarla improvisadamente sin un plan que garantice que no afectará a la población.
En primer lugar habría que analizar el proyecto ejecutivo de la empresa Tesla para conocer los alcances del mismo. Tener la posibilidad de evaluar con datos duros la viabilidad del proyecto en cuanto a generación de empleos y sustentabilidad ambiental.
La posible llegada de una armadora a Nuevo León debe ser evaluada de manera integral y plantear la posibilidad de incluir equipo y medidas que mitiguen el uso del agua potable, e incluir por lo menos una planta potabilizadora en la infraestructura de la planta.
No es correcto que el Gobierno estatal, que aún enfrenta una crisis hídrica donde está en juego el suministro del agua potable para los hogares, esté buscando atraer una megaplanta sin un análisis previo que determine su viabilidad para el estado. Hagamos el análisis y busquemos que se instale en nuestro estado.
Mauricio Cantú González
@CantuMaurico
Fuente: Milenio