* Martes 18 de mayo a las 12:00 horas (Ciudad de México)
* A través de Facebook Live, canal de Youtube del Museo Universitario del Chopo
* Youtube de Cultura en Directo UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 14 de mayo de 2021.- El ciclo de conversaciones Arte, política y contracultura. El mundo hoy, concluye con la participación de Rita Segato (Argentina) y Francisco Carballo (Reino Unido).
Rita Segato, antropóloga y teórica feminista, comenta con Francisco Carballo algunos aspectos de la antropología. Considera que la entrevista es una herramienta fundamental para establecer un acercamiento con las personas, es también un camino hacia la búsqueda de la verdad en toda investigación, pese a que en la actualidad ha perdido relevancia. “En mi formación académica no es posible crear un proyecto previo sobre un tema, éste no surge del antropólogo, sino en el campo, entendido como un espacio de investigación, donde las personas de esa comunidad dan la pauta para saber cuáles son las preguntas por realizar”, comenta. El objetivo es desenterrar la teoría nativa de las personas que se encuentra en su visión del mundo, puntualiza.
Por su parte, Francisco Carballo opina que los antropólogos están llenos de teorías y van al campo a probar sus ideas que discuten en los seminarios universitarios. Mientras que Rita Segato ha realizado un trabajo empírico con el que ha llegado a conclusiones similares a las de feministas que están centradas en la reflexión filosófica.
La antropología entró en una etapa de inseguridad sistémica como disciplina, explica Segato, sucedió cuando las personas comprendieron que no necesitaban un intermediario para ser escuchadas y empezaron a comunicarse por sí mismas. De esta manera, quedó en un terreno infirme donde las comunidades recibían con recelo o cierto resentimiento a los antropólogos, esa inseguridad y desconfianza la llevó a fundamentalizarse y a evitar el diálogo con otras disciplinas.
La noción de cultura que la antropología estableció estuvo mal planteada, se ha trabajado para desencializarla y evitar que se entienda como un repertorio de costumbres o un patrimonio fijo. Un ejemplo es la lucha para que la mujer tenga mayor participación social o política, un sector de hombres responderá que su cultura siempre ha mantenido un orden y no tendría por qué cambiar, lo cual es una invención.
Por otro lado, se refiere a las sociedades transicionales en América Latina, donde prevalece la violencia y discriminación contra las minorías. Esta situación tiene origen en la colonización en América Latina, lo que ocasionó una repercusión directa en la masculinidad y el poder al interior de las comunidades indígenas. El sujeto fue racializado desde la perspectiva colonial justificándolo como una cuestión orgánica, una invención que plantea la naturalización de una posición dominada que se fija en la estructura mental y se vuelve inamovible, de ahí que el cambio y sea un proceso difícil. La masculinidad del vencido pasa a ser capturada por la perspectiva del vencedor, se deja atrapar como hombre y en la necesidad de afirmar su posición de prestigio masculino se reafirma en el lenguaje del conquistador que es de violencia y dominio, entonces se convierte en opresor en el ámbito familiar o laboral. Algo similar ocurre con el género que tenía esa transitividad y movilidad en las sociedades indígenas, pero el proceso de criollización lo fundamentalizó y lo transformó en biológico.
De ahí surge la pedagogía de la crueldad transmitida por el poder, es la lógica patriarcal que se opone a lo diverso en nombre de lo único, al ser humano lo reduce a mercancía, lo cosifica, es también la lógica de la modernidad. No se manifiesta a través de la violencia explícita, sino mediante la falta de empatía con el otro, algo similar a lo que ocurre en la actualidad con la pandemia donde algunos individuos no creen en la muerte y tampoco en la vida, hay una pulsión de multitud que los arroja a participar en eventos masivos clandestinos sin medir consecuencias. También se expresa en la prostitución, la pedofilia, la minería, la destrucción de la naturaleza, etc.
Para Rita Segato el camino para detener esta situación es desmontar el orden patriarcal. La guerra, expropiación y cosificación son los ejes fundamentales de la formación del mandato de masculinidad. Sin embargo, la intención no es conservar el mismo orden con mujeres en el mando, no se trata de repetir las metas del patriarcado, se debe superar ese esquema, pero las preguntas son: ¿Cómo imaginar otros objetivos? ¿Cómo imaginar otro mundo? ¿Cómo proponer sin transformarnos en una de las vanguardias capturadoras de las voluntades, verticalistas y autoritarias? ¿Cómo evitar transformarnos en eso que nos llevó al fracaso durante la historia? La respuesta no está en los movimientos sociales con sus vanguardias, sino en la sociedad. El cambio está en la micropolítica, en lo molecular, en las maneras de ser con el otro y encontrando otras formas de felicidad y placer en la convivencia, explica.
En este sentido, las mujeres tienen un conocimiento acumulado a través de la historia, en la antigüedad el espacio doméstico tenía un orden comunal donde la mujer gestionaban la vida de una manera diferente, resolvían conflictos internos mediante la conversación y garantizaban la vida en situaciones de extrema carencia. Lo ideal es recuperar ese camino perdido para que surjan otras formas de politicidad femenina.
Por otro lado, las contraculturas como forma de resistencia para encontrar nuevas formas de convivencia ya no son válidas, la palabra le ha dado un nombre a la insurgencia, pero esa corriente está dentro del sistema y en por ende puede transformarse en una corriente fundamentalista.