Cdmx Press.- En 2019 las cosas han cambiado. Dejamos de lado el ‘of war’ para vivir a los mandos Gears 5. Ya en el propio título del juego vemos una declaración de intenciones por parte de Rod Fergusson y su equipo. Debían soltar lastre; debían mudar la piel para sellar su propia identidad. Gracias a los que hicieron posible que llegaran donde están ahora mismo, pero es hora de alzar la voz para confirmar que, sí, este es el juego made in The Coalition con el que todos volveremos a enamorarnos del rugir de las sierras.
La compañía ha guardado con especial recelo todo lo relativo al modo campaña. Sabíamos del protagonismo de Kait, quien sin buscarlo se convirtió en el principal hilo argumental de la pasada entrega. Había grandes dudas sobre qué encontraríamos, cuál sería la apuesta a nivel jugable con la que romper el esquema clásico durante el cien por cien de la travesía. Lo que no podíamos esperar es que, precisamente, esa apuesta pasara por secciones de mundo abierto.
La euforia por conocer qué deparará la libertad de movimiento en entornos amplios es frenada en el inicio. Gears 5 comienza con un primer acto que combina una diversidad de situaciones que le convierten en uno de los mejores actos jamás creados en la historia de la franquicia. De una selva al más puro estilo Indiana Jones, pasamos al mismísimo cuartel de la CGO a modo de pausa narrativa, volvemos a enfundarnos el traje de combate en una ciudad del exterior y terminamos con una misión final de las que quitan el sentido, jefe final incluido.
Esa variedad de localizaciones se traduce en un aumento de situaciones. Porque The Coalition plantea ir más allá de la oleada monótona y las esponjas de balas que siempre han caracterizado el avance locust. Ahora, el combate clásico se combina con secciones de sigilo, cooperación e incluso acción tematizada de la que no queremos revelar. Estos cuatro capítulos están marcados por una sucesión de decisiones de diseño correctas. Decisiones como, por ejemplo, la inclusión de una barra de salud en la parte superior de los enemigos especiales, los más poderosos del juego. Todo el combate refleja sensaciones más orgánicas, tanto por el feeling del armamento al disparar (depurado al extremo) como por las reacciones del adversario.
Gears 5 análisis Xbox One PC
Al hablar de sigilo no lo hacemos como una mecánica que haya alterado el esquema de control. La fórmula Gears es innegociable, por lo que su inclusión ha sido pensada únicamente desde una perspectiva simple, directa, lejos de basarse en unas reglas específicas. Esto permite que el ritmo de la acción no decaiga, al mismo tiempo de forzar al usuario a limpiar la zona lo máximo posible para aliviar el encuentro final con los adversarios impuestos en combate, sobre todo en dificultad locura.
Encuentros que, en esta ocasión, están protagonizados únicamente por la colmena, al contrario que su antecesor. Los Deebees pecaron de ser una facción aburrida de combatir, excesivamente estática. Su presencia en Gears 5 ha sido relegada a formar parte de las tropas del enjambre. Y si nos centramos en sus capacidades, han pasado a ser justo lo contrario: rápidos y dinámicos. Eso sí, durante la campaña también veremos sus versiones básicas en una cadena de misiones secundarias, así como en horda.
Hace más de un par de párrafos, recalcamos la importancia del trabajo realizado en todo lo que se cierne alrededor del combate. No son pocos los jugadores que se unen a la corriente de opinión de que es “lo mismo de siempre”. Craso error, y es que en este aspecto los cambios se han de palpar mando en manos. Son ajustes que no se escapan del ojo experto, de aquellos que han permanecido ligados siempre al carmesí. Nos referimos a la reducción de salud de las tropas básicas, elevar el tono de los élite y subir el poder de los enemigos especiales (Sciones, en la mayoría de casos). Hay una jerarquía impuesta en pleno tiroteo que nos hace ver el ataque de una forma diferente a lo que estábamos acostumbrados.