Por Alejandro Villegas
La ausencia del ciudadano presidente de las redes sociales, no sólo de las mañaneras, como consecuencia de su estado de salud, se ha prestado a toda suerte de especulaciones.
El llamado del ciudadano vocero presidencial, a no especular ni difundir información falsa sale sobrando, simple y sencillamente porque lo que se ha informado en torno a la salud del ciudadano presidente es más que ralo.
Un político que utilizó las redes sociales de manera cotidiana, de repente se aísla de ellas, al grado de que es incapaz de emitir un video mensaje, por más breve que sea para que la población constate que está en recuperación, desde el aislamiento obligado, abona con su ausencia a la especulación.
Durante años, el hoy ciudadano presidente acostumbró al pueblo bueno a saber casi cada paso que daba, situación que no varió al asumir la titularidad del Ejecutivo mexicano, sin embargo varió hace unos días cuando reconoció públicamente que había dado positivo al Covid-19.
A partir de ese momento cesó la comunicación directa, no hay mensajes escritos, ni de video y por lo tanto la especulación crece y no puede ser frenada, desde el ámbito verbal, por funcionario alguno.
Si lo que se quiere es frenar la especulación y la difusión de fake news, tanto el vocero presidencial como el ciudadano presidente tienen la solución en sus manos. Solo hay que informar de manera puntual sobre el caso, que a fin de cuentas coloca al ciudadano presidente, en la estadística de los contagiados de Covid-19 en proceso de recuperación.
Semáforo
La Ciudad de México y el Estado de México mantienen el semáforo rojo, pero no son las únicas entidades de la Federación en esa condición, al momento lejos de controlarse o disminuir, todo indica que la pandemia de Covid-19 está en un momento crítico para la población.
Sin embargo, el ciudadano subsecretario López Gatell y en general la administración del ciudadano presidente, insisten en mantener la postura del jugador de póker, que aún sabiendo que está perdido, trata de proyectar la imagen de un ganador.
A fin de cuentas, el pueblo bueno que es finalmente quien paga el costo social y económico, sin duda, les pasará la factura el próximo 6 de junio, en las urnas.