El balance que realiza el ciudadano presidente, sobre los momentos más críticos y los logros del primer año de su gestión, previo a su celebración formal, sin duda resulta estéril.
El recuento que ampliará, de acuerdo a su dicho, al presentar el informe oficial el 1 de diciembre es bastante parcial y subjetivo.
El ciudadano presidente busca proyectar a todas luces la imagen de una nación en evolución que se ha transformado, con el combate a la corrupción y el dispendio, como elementos centrales.
Sin embargo, lo que olvida el ciudadano presidente es que el veredicto final sobre su desempeño está en manos de la colectividad y en gran medida tiene como punto de partida el nivel de calidad de vida del que goza en este momento cada ciudadano o familia, en comparación con él de hace un año.
Además, de que en rubros tan importantes como la seguridad, salud, empleo e inversión tanto nacional como foránea, y crecimiento económico, el ciudadano presidente queda a deber.
A fin de cuentas, lo realizado por el ciudadano presidente desde el pulpito de Palacio Nacional, es sólo un pregón a modo en busca del aplauso y reconocimiento del respetable. En tanto su base actúa como claque social, tanto en el plano personal como en el digital.
Descentralización
Por cierto, que uno de los principales pendientes que no ha querido abordar, ni reconocer el ciudadano presidente es la descentralización de las dependencias del gobierno federal.
El tan cacareado traslado de las secretarias de estado a diversas entidades federativas, simple y sencillamente no se ha concretado y al parecer se postergará, sin reconocer las causas que motivaron su aparente cancelación.