Por Alejandro Villegas…
El inicio del tercer año de gestión del ciudadano presidente, marca el fin del primer tercio de su administración, y permite a cada ciudadano hacer una evaluación de los compromisos asumidos.
En la mente de más de uno está presente el combate a la mafia del poder y la corrupción, así como el compromiso de no mentir, ni robar, además de poner primero a los pobres.
Pero sobretodo, la materialización de la cuarta transformación del país. Pero siendo claros, la realidad es que el único cambio que se percibe en el fondo, es el del grupo en el poder.
La clase gobernante que en su momento estuvo a cargo del PRI o del PAN, fue relavada por la de Morena, con todo y su mayoría en el Legislativo.
Desde Palacio Nacional, el ciudadano presidente a lo largo de los dos años del primer tercio de su ejercicio, se ha dedicado a restaurar el poder presidencial que ejerció el titular de Ejecutivo en los mejores tiempos de la primera era del tricolor en el poder.
Complementariamente, ha fortalecido el papel controlador del gobierno paternalista, mediante programas sociales, como en su momento lo hizo el tricolor, durante décadas.
Y, al igual que en los mejores tiempos del priismo, el ciudadano presidente ha dejado en claro que tiene a su servicio al Legislativo.
En consecuencia, si se considera que tanto el ciudadano presidente como el grueso de sus colaboradores, emanaron del priismo, lo que en el fondo sucedió es solo un cambio de nomenclatura, para continuar con prácticas añejas, tamizado con el argumento de un cambio de fondo, para seguir con lo mismo.
Picaporte
El sector empresarial conserva el derecho de picaporte, así como el diálogo directo con el ciudadano presidente en plena 4T.
Y, con ello, proyecta un escenario en el que se aprecia al empresariado como un colaborador activo del gobierno en turno.
Atrás, muy atrás comienza a quedar el distanciamiento que en el principio de la administración pareció percibirse entre el ciudadano presidente y los hombres del capital.
Serenados los ánimos, la razón se ha impuesto, al grado de que el ciudadano presidente no ha tenido empacho en aceptar el rol protagónico del empresariado en la reactivación económica del país, ni ellos en aceptarlo como líder de su proyecto de nación.
Como diría un clásico negocios son negocios.