
Por Alex Villegas..
La Jornada Nacional de Aislamiento y sus consecuencias conforman un horizonte adverso en el que campean los jinetes del apocalipsis, en abierta amenaza a la humanidad.
La colectividad global enfrenta uno de sus mayores retos ante una enfermedad que se propaga con rapidez y contra la cual por el momento no hay vacuna, ni tratamiento efectivos.
Pero ante ello, las clases política y gobernante, con el ciudadano presidente a la cabeza, lejos de privilegiar la unidad, alientan la confrontación y el intercambio de señalamientos que buscan endosar culpas.
Es claro que en el momento en que pase la crisis, el escenario será algo más que cuesta arriba como consecuencia de una gran depresión global y la sociedad tendrá que pagar el costo.
En consecuencia, las administraciones en turno no sólo en el plano nacional, sino en los estatales e incluso municipales, serán objeto de la critica social, como consecuencia del paso de los jinetes del apocalipsis.
El hambre y las enfermedades, aunados al desempleo, la inflación y la carencia de recursos económicos, sin duda serán algunos de los elementos más perniciosos para todos los ciudadanos.
Eso es obvio, pero al parecer el ciudadano presidente y su séquito se niegan a apreciar al contingente de jinetes del apocalipsis que comienzan a campear por el territorio nacional.
Mientras tanto investigadores, científicos y epidemiólogos, que deberían estar como primeras figuras o actores principales del drama, permanecen en el anonimato, al igual que los trabajadores de la salud que están a diario al filo de la navaja. Pare ellos, no hay reflectores.
Autonomía
En estos días difíciles la autonomía de gestión por parte de ayuntamientos y estados, está a prueba.
La imposición de sanciones carcelarias o económicas, aunadas al toque de queda y hasta la ley seca, son algunas de las medidas extremas, de poca efectividad hasta el momento a las que se recurre y con las que se pone en evidencia que no hay normas probadas que permitan a la colectividad conducirse bajo las actuales circunstancias.
Ciertamente el aislamiento no cura, solo reduce los riesgos de contagio, pero la imposición de medidas coercitivas, en ocasiones puede ser más riesgosa que benéfica porque se puede despertar el descontento social.
Y, todo como consecuencia de una mal entendida autonomía.