Por Alex Villegas..
Solo el pueblo puede salvar al pueblo, esa aseveración tan utilizada en tiempos de campaña por el ciudadano presidente, cobra hoy nueva vigencia de cara a la pandemia de COVID.
Ello, sin duda, porque el ciudadano presidente le apuesta a la disciplina social, personificada en la jornada nacional de sana distancia, como arma principal para reducir al máximo el número de contagios y superar la fase tres de la pandemia con resultados adecuados.
Postura con la que el ciudadano presidente le endosa a la sociedad la responsabilidad de salir adelante, al tiempo que trata de proyectar la percepción de que el sistema nacional de salud está preparado para atender a los ciudadanos infectados de manera satisfactoria.
Aunque, claro, las autoridades sanitarias no informen de manera cotidiana y precisa, sobre la disponibilidad de camas y respiradores por entidad, quizá para evitar encender la alarma social, cuando se establezca con claridad que los hospitales COVID están saturados.
En tanto que poco o nada se informa sobre la disponibilidad de alimentos tanto en el campo mexicano, como en las empresas procesadoras o la cadena de distribución, y mucho menos sobre la disponibilidad de medicamentos.
Además, hay que advertir que la autoridad sanitaria, en concreto la Cofepris, poco o nada hace para regular o sancionar lo que se ha convertido en el mercado no regulado de gel y cubrebocas, que ha surgido como elemento emergente, explotado por el comercio informal, ante la complacencia silenciosa de las autoridades.
Medidas
Como consecuencia de la carencia de una verdadera coordinación en la materia, entre los tres niveles de gobierno, se aprecia a lo largo y ancho del territorio nacional la adopción de medidas en diversos grados por parte de las autoridades estatales y municipales que incluyen entre otras, uso de cubrebocas, acciones de aislamiento, contención del desplazamiento e incluso ley seca.
Evidentemente, ello, es consecuencia de la carencia de una directriz nacional, que debiera ser impulsada sin sesgo ideológico o partidista, por parte del ciudadano presidente, quien al parecer está dispuesto a dejar de lado el espíritu esencial del federalismo y la coordinación política.