Por Alejandro Villegas…
La muralla en torno a Palacio Nacional es el reflejo del temor del ciudadano presidente de una manifestación que no puede controlar.
Los argumentos de que se busca preservar el patrimonio y evitar la confrontación social salen sobrando.
El ciudadano presidente pasó de ser cuidado por el pueblo bueno a cuidarse del pueblo.
Pero las mujeres reviraron de manera ejemplar la jugada al convertir la muralla en un memorial enorme en el que se plasma su descontento.
El ciudadano presidente puede encerrarse en Palacio Nacional pero no ignorar las voces de un movimiento que puede convertirse en su Waterloo.
A lo largo de su gestión por más que busque proyectarse como un feminista el ciudadano presidente ha marcado distancia de las demandas de ese sector social.
De manera sistemática ha demostrado que no le interesa establecer un diálogo directo con sus representantes.
Ha recibido a representantes. Y familiares de los 43 normalistas desaparecidos, pero al momento ha ignorado a quienes representan a cientos de mujeres muertas.
Las demandas de justicia ante feminicidios están ahi. Las voces se escuchan pero el ciudadano presidente quizá, solo quizá, no dialoga con ellas porque no es una acción políticamente redituable.
Prefiere decir que respeta la libertad de manifestación y que no reprimirá al pueblo que agarrar al toro por los cuernos.
Vacunación
Estados Unidos avanza, sin tanto bombo y platillo hacia los 100 millones de vacunados, en tanto el ciudadano presidente y su séquito, con el ciudadano canciller a la cabeza, al parecer aspiran a ser reconocidos como héroes nacionales por una vacunación infinitamente menor.