Por Alejandro Villegas…
El ciudadano presidente reconoció que existe una propuesta para reformar al INE, en lo que de inmediato aparece como un acto de eventual venganza por el abierto diferendo que sostiene con algunos de los consejeros por sus determinaciones, adversas a Morena y sus candidatos.
Una manera directa de tratar de amedrentar al árbitro electoral, con el afán de ganar el aplauso del respetable, en un acto más de efectismo político.
Es claro que, pese a la sana distancia que en teoría debiera mantener del proceso electoral en el plano nacional, el ciudadano presidente persiste en opinar y, en el caso extremo, dictar línea al árbitro electoral.
El ciudadano presidente se exhibe, así como un actor más del proceso electoral, y un promotor de su movimiento, antes de guardar esa sana distancia que marca la norma en la materia.
Y ello, constituye una falta que disfraza con el argumento de que se comete un atropello a la democracia, así como en la libertad de expresión.
En paralelo, el ciudadano presidente constantemente sugiere, en el caso de Félix Salgado Macedonio que se escuche y deje decidir al pueblo de Guerrero, en una acción no prevista por la normatividad electoral.
Sin duda, el ciudadano presidente está en todo su derecho de promover una reforma que lleve incluso a la desaparición del INE o la sustitución de todos los integrantes de su Consejo General, pero dejar entrever la posibilidad en el desarrollo del proceso electoral más grande de la historia, parece una acción poco ética.
Además de descalificar su desempeño y poner en duda su rectitud, cuando los consejeros que hoy cuestiona, fueron los mismos que en la contienda de 2018 reconocieron su triunfo.
Y, lo peor es que no deja pasar oportunidad, sin presentar un recuento de la historia del país, para recordar a la colectividad los defectos del pasado, en lugar de concentrarse en la solución de la problemática nacional.
Tercera ola de la pandemia
El incremento de 266 por ciento de casos de COVID-19, en un día, del que dio cuenta la Secretaría poblana de salud, pone de relieve que la tercera ola de la pandemia podría estar presente e impactar la incipiente reactivación económica.
Pero no se trata de un comportamiento exclusivo de la sociedad poblana, en el plano nacional, sin duda, comenzarán a reportarse los eventuales estragos del relajamiento social que se observó durante el periodo vacacional de Semana Santa.