Por: Ángel Álvaro Peña
En la política hay que delegar funciones. Por lo regular las tareas las realiza el responsable directo de transformar la realidad, y en el caso de los gobernadores de Morena en funciones, tienen una doble obligación de que todo trabajo tenga los resultados esperados.
De hecho, debe haber un esfuerzo adicional para que la figura del partido y todo lo que tenga esa identidad pueda seguir caminando hacia la consolidación de la democracia y del partido en el poder.
El caso de Veracruz es, sin duda, ejemplo de lo que no debe hacerse desde la silla más importante del estado. Aprovechar la responsabilidad para darle sólo una fachada a la realidad la primera vez puede llamarse justificación, pero cuando esta conducta se repite una y otra vez se le denomina no sólo mentira sino fraude.
La actividad política se ve reflejada en la reacción de la gente. Hay lugares donde el gobernador se convierte en un estorbo a la hora de los actos oficiales. El repudio a la holgazanería, a la mentira, a la indiferencia muchas veces es peor que la corrupción, porque de estos detalles se conforma la corrupción, es el primer escalón para actuar de manera ilegal, pues si el político carece de sensibilidad, quiere decir que le falta el resto de las facultades para llevar a cabo su tarea.
Es de todos conocido el caso de los hospitales fachada que inauguraba Enrique Peña Nieto. Sólo le reparaban la fachada para la foto y así iba a lo largo y ancho del país inaugurando obras, aquí lo grave es que se trataba de mentiras que daban la apariencia de una cierta preocupación por la salud de los mexicanos. En realidad, los priistas nunca se preocuparon por esos detalles, la prueba está no sólo en que hay un grave déficit de clínicas y hospitales, sino que hay un gran número de médicos y enfermeras sin empleo.
No se puede jugar con la salud, menos aun cuando hay una gran desnutrición en la mitad de los mexicanos que redunda en una mala salud. Los priistas preferían subsidiar los medios de comunicación para que hablaran bien de ellos que subsidiar el campo, la salud o la educación. Esto nadie puede negarlo.
Hay costumbres que se vuelven inercia en la clase política, y sin importar el color del partido o la preferencia de los jefes sobre las personas, estas hacen de las suyas como se hacía antes.
Es decir, hay morenistas que actúan como priistas sobre todo en cuanto a indiferencia y falta de sensibilidad, porque en Veracruz no hay señalamientos sobre las obras inconclusas, sobre todo a nivel salud donde ni el gobernador ni el Secretario del ramo han transformado algo en su entidad, simplemente se dedican a nadar de a muertito como burócratas que carecen de iniciativa y la imaginación la utilizan para cosas personales, pero no para llevar a cabo correctamente su trabajo.
El sector salud es una asignatura pendiente en la entidad, a grado tal que la gente se pregunta si esta vez que llegue el presidente de la República le levantará la mano al gobernador por ser el campeón de la holgazanería y la mentira o porque en realidad ha trabajado en algo.
Es el caso de hospitales como el de Tuxpan, Veracruz, donde el servicio de salud lejos de mejorar empeora. Sus antecedentes datan de 1824, año en el que se improvisó un hospital llamado de “guerra” para atender heridos de los frecuentes conflictos bélicos, hospital que, sin personal y sin financiamiento pronto desapareció.
En 1874, con grandes dificultades por la renuencia a la vacuna contra la viruela, un médico procedente de las autoridades sanitarias de la capital la aplicó y, a pesar de ello surgió una gran epidemia de viruela, que provocó más de 250 defunciones.
En 1927, se formó la benemérita junta de caridad de Tuxpan, con base en la Ley numero 34 sobre instituciones de beneficencia pública y con esto, se ayudó en el financiamiento del hospital Benito Juárez.
En 1934, se realiza el primer convenio del gobierno de Veracruz, con el jefe del departamento de salud pública, creándose los servicios sanitarios coordinados, motivo por el que se establece en Tuxpan un centro de higiene a cargo del Dr. Pedro de Alba Álvarez y hacia 1936 le sucede el Dr. Carlos Leglis Caballero, existiendo además un centro materno infantil a cargo del Dr. Antonio Ramos.
En 1936, llega a Tuxpan el Dr. Andrés Villegas Miette, en 1937 se hace cargo del centro de higiene. En esta época nace la idea de un moderno hospital en sustitución del Benito Juárez.
México, incluido entre los países aliados contra el llamado eje de la Segunda Guerra Mundial, sufrió el hundimiento de los barcos Potrero del Llano, Juan Caciano y Faja de Oro, en el estrecho de Florida, con pérdidas humanas, lo que motivó un convenio México- Estados Unidos para la construcción de hospitales en la costa del Golfo de México, para la eventual atención de pacientes, en caso de ataques de submarinos.
El presidente de la República y el Dr. Pascasio Gamboa, secretario de salubridad y asistencia, firmaron con Estados Unidos el convenio para la construcción de los hospitales de Tuxpan, Matamoros, Tampico, Veracruz y Coatzacoalcos.
Fue inaugurado por el Lic. Miguel Alemán Valdez, el 26 de abril de 1949, con el nombre del “Hospital Civil Emilio Alcázar”. Se designó como primer director al Dr. Andrés Villegas Miette.
El 7 de marzo de 1997, el Hospital Civil Emilio Alcázar, de Tuxpan, se integra al organismo descentralizado “servicios de salud de Veracruz”.
Esto quiere decir que en la entidad existe una gran tradición en el sistema de salud, atención que los habitantes de la entidad extrañan ante la indiferencia de las actuales autoridades que no se preocupan por apoyar la salud de los veracruzanos, pareciera que imitan y admiran a los antecesores del PRI y del PAN, quienes sólo inauguraban fachadas y dejaban el resto del hospital en obra negra, declarando que hay servicios de salud y personal capacitado para atender a los veracruzanos, estas mentiras las escriben en sus informes de gobierno y, por si fuera poco, las colocan como si se tratara de fuentes de empleo auténticas. Mentira.
PEGA Y CORRE.- Francisco Hernández Juárez, salinista de corazón, todavía no advierte que la época de los caciques terminó y en lugar de poner sus barbas a remojar, ante lo que le sucede a Deschamps, Joel Ayala, Arturo Zamora, Carlos Aceves del Olmo, quiere cuestionar un tema que ya no entiende, el de los derechos laborales, porque ahora como líder adjunto de la Unión Nacional de Trabajadores, asegura que la implementación de la reforma laboral no es la más adecuada, cuando en realidad lo que debe actualizarse es la visión que sobre un trabajo debe tener. Porque Hernández Juárez tiene en ese puesto nada menos que 36 años, en la defensa de la libertad y la democracia sindical… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.