Por Ángel Álvaro Peña
La desesperación de los partidos de oposición es tan evidente que no les importa saltar de una posición extrema a otra. Tocan, descaradamente, puntos antagónicos. Ante la derrota que significa que la población les dé la espalda no sólo para formar un nuevo partido, sino que, dentro de ese rechazo, los conservadores ven cómo cada día se van quedando sin militantes. La mayoría hace mutis discretamente porque tampoco están peleados con la ideología del PRI y del PAN, pero sí con la manera en que son actualmente dirigidos.
En el caso del PAN, el absurdo raya en medidas que están más cerca del delito que de la democracia al jugar sucio no sólo en las redes sociales sino en la infiltración de movimientos sociales con fines aparentemente nobles.
Nadie tenía la certeza de esta temeraria aventura de los panistas hasta que dieron la evidencia al tratar de encabezar un movimiento feminista, cuando los panistas fueron siempre los primeros en atacar a las feministas desde hace varias décadas.
Una de las posturas más características de las feministas es su derecho a decidir sobre su cuerpo, es decir, la pelea por la despenalización del aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo, visto como un problema de salud pública y como una de las consignas clásicas del feminismo de todos los tiempos, tuvieron hasta hace unos días el rechazo de los y las panistas.
Ahora, el oportunismo que identifica a los panistas, y en especial al matrimonio más odiado del país conformado por Margarita Zavala y Felipe Calderón, se montan en un movimiento cuyos principios nada tienen que ver con las feministas ni con la libertad de tener derechos sobre su propio cuerpo.
La manipulación de panistas y expanistas tiene factores muy peligrosos, recordemos que ellos están más cerca del fascismo que de la democracia y tienen en factores como la represión, la tortura, la violencia, a sus armas más distintivas; de tal suerte que ese camino del feminicidio puede provocar que posteriormente quieran que las mujeres se armen, siguiéndoles el juego a los fabricantes de armas.
Debemos recordar que la guerra contra el narco dejó buenos dividendos para los fabricantes de armas de Estados Unidos, nuestro principal proveedor de armamento. Ahora, es posible que quieran complementar el proceso de negociación con los armeros del vecino país, impulsando leyes que ofrezcan impunidad a quienes estén armados, con el pretexto de los feminicidios.
Es decir, los conservadores se distinguen por el retroceso al pasado, y seguramente pugnarán por darle a los mexicanos más facilidades para que se armen, a pesar de que hay evidencias públicas del daño social que esto implica.
La violencia verbal, política y física que ahora ejercen los panistas también está asociada con la manera en que mienten los dos miembros de ese matrimonio, que pareciera más bien un dueto satánico por las mentiras que quieren convertir en verdad como es el caso de afirmar que otro partido les roba los militantes, o que el INE favorece a un partido como Morena, al que siempre ha tratado de multar excesivamente esta autoridad electoral.
La violencia que ordenó ejercer Calderón durante su mandato arrojó cientos de miles de víctimas inocentes. Los llamados daños colaterales fueron mayores que en cualquier momento de la historia.
Quieren magnificar los hechos del presente para borrar sus impunidades del pasado, como es el caso de la Guardería ABC, o de los millones de desplazados que creó esa guerra contra el narco que nunca dio muestras de eficiencia.
La derecha, formada por el ingenuo Marko Cortés, el matrimonio extraño de los Calderón y buena parte de lo que queda del PRI, tiene ahora en la violencia un arma que se revierte en su contra al querer que los asuntos graves del presente se resuelvan con los métodos del pasado, situación que nunca solucionó nada. Quieren enfrentamientos frontales, presupuesto para una guerra que nunca debió empezar y una serie de transformaciones que sólo muestran un regreso al pasado.
Problemas graves como el feminicidio, nunca fueron preocupación de los panistas ni de los priistas. Fueron expresiones de inconformidad en las que estuvieron más cerca de la complicidad que de la sanción; sin embargo, ahora quieren tomarlo como bandera para tratar de enarbolarla como consigna propia. No es una bandera que hayan adoptado, simplemente es el oportunismo que les sirve como puente para aparecer en los medios de información y tratar de engañar, como lo hicieron siempre, a los mexicanos.
Seguramente muchos mexicanos se preguntarán qué sería de la necesidad de reflectores de los panistas y de ese matrimonio sin el resentimiento de algunos medios, que dan espacio a todo lo que critique a la actual administración pública, sea verdad o mentira.
Mientras haya espacios gratis en los medios para destilar veneno, ahí estarán tratando de desgastar al actual gobierno, cuando en realidad lo que logran es que el medio en el que se anuncian pierda credibilidad en la gente, la cual ya le volteó la espalda a los medios al votar mayoritariamente por el candidato a la Presidencia de la República que cuestionaban, criticaban, insultaban, descalificaban.
El problema de los feminicidios en México es muy grave como para que los conservadores traten de utilizarlo como vehículo para hacerse llegar simpatías, las cuales les fueron retiradas por la población de manera definitiva. PEGA Y CORRE. – Ahora es el PRI el que intenta hacer examen de conciencia reconociendo sus errores, situación que hace externa con el burdo fin de pescar simpatías de los electores en dos estados donde gobernó por mucho tiempo y ahora temer perder: Coahuila e Hidalgo. Dulce María Sauri, Beatriz Paredes y José Antonio González Anaya, reconocieron los errores de algunos de sus gobernantes. Al PRI nadie le cree su arrepentimiento, y seguramente se encamina a perder su registro poco a poco, y la derrota electoral en esos estados podría marcar el principio del fin… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.