En solo 90 días, 30 millones de mexicanos, descubrieron que le apostaron a un “proyecto de nación” que fue construido en la arena.
Sin cimientos, sin idea.
Ese proyecto de nación, el ahora presidente, lo llamó humildemente “La Cuarta Transformación”.
Sonaba bien, casi místico.
El partido se construyó para ese proyecto y para una única meta: llevar a un hombre al poder. Y se armó de todos los símbolos culturales y religiosos que conectaran con el mexicano promedio:
La virgen de Guadalupe (Morena); el nombre del partido (Movimiento de Regeneración Nacional); el candidato (el gran luchador social victima del sistema que perdió 2 elecciones) ; los intelectuales experimentados; y universitarios jóvenes que no vivieron el priismo, pero aborrecían el panismo de Calderon.
El gran candidato, con chistes y vulgaridades, evadía todas las preguntas importantes. Huía de todos los debates y tenía una gran carta de buenas intenciones para cada audiencia.
A todos les dijo lo que querían oír.
Pactó con el poder en turno y los poderes fácticos.
¿El resultado? Arrasó en las elecciones.
Más de 30 millones votaron por él, le dieron las dos cámaras legislativas, y el poder absoluto.
Entonces ¿qué pasó?
Poco a poco fue cambiando su tono y sus propuestas dejaron de ser parte del plan.
Mediante consultas, transfirió la responsabilidad a los ciudadanos poco informados y operados por su estructura partidista.
Así cancelo Texcoco, afianzó Santa Lucía, Dos Bocas, Tren Maya y más ocurrencias.
Le apostó al petróleo y colapsó los servicios básicos del estado para lograr su “austeridad republicana”, cambiando la ley, para concentrar en su persona, la mayor cantidad de presupuesto posible, para así financiar sus programas sociales asistenciales y clientelares.
Becas y más becas en efectivo, sin reglas de operación y totalmente opacos.
Pero seguía marcando la agenda cada mañana desde su trinchera: el Palacio Nacional.
Todo parecía indicar que el plan estaba funcionando, hasta el mes de octubre de 2019. La realidad lo alcanzó y los pactos se empezaron a cobrar.
Primero con la seguridad, después con la violencia de género y siguieron los pronósticos económicos.
Pero el punto de quiebre fue febrero.
Cuando las mujeres, cansadas de la violencia y la inseguridad, pusieron de rodillas al presidente y su proyecto. Y para rematar, una crisis de salud de proporciones mundiales, sacaron a relucir todo el cobre y los fallos de su “plan de nacion”
El gran proyecto que construyó el presidente, no tenia roca firme debajo, solo arena….y ahora está colapsando.
En tan solo 90 días, la mal llamada “Cuarta Transformación”, ya no significa nada. Ahora es un triste estigma que identifica a todos los fanáticos del presidente.
Los gobernadores ya no tienen un presidente; el presidente ya no representa un liderazgo… es más una carga para el pueblo.
Poco a poco, pieza a pieza, la 4T colapsa.
Faltan 6 meses para que arranquen los procesos electorales y MORENA técnicamente ya los perdió todos.
Ahora nos toca a nosotros, los ciudadanos libres e informados, tener una elección que realmente beneficie a México
Vienen tiempos difíciles para todos, la ciudadanìa debe organizarse y trabajar en una verdadera transformaciòn , para recuperar cada distrito y cada curul federal, y con ello evitar que el presidente dé un manotazo en la mesa y colapse también la democracia, cómo está colapsando al país.
Si ellos ganan, pierde todo un paìs.