Por Ángel Álvaro Peña
Hay estrategias que no por rudas pueden ser limpias. Algunos medios, acostumbrados a que su palabra influye en la popularidad del gobierno, se lanzan con todo contra lo que pueda servirles de presión al gobierno para les regresen lo que consideran que es suyo: un subsidio que nunca debió manchar el periodismo nacional.
Diariamente los medios entrenan a sus reporteros para que hagan preguntas que a nadie interesan. Sólo son parte de una campaña que no llega a convertirse en estrategia para desgastar al gobierno.
Algunos medios no están acostumbrados a criticar. Su manera de atacar es el escándalo, la frivolidad, la especulación.
A partir de esas bases informativas acechan con supuestos que quieren convertir en realidad, basados en sus orígenes fascistoides como la consigna del jefe de prensa de Hitler, Joseph Goebbels, de hacer de una mentira repetida mil veces una verdad.
Uno de esos rumores es que tienen la intención de hacer posible un Golpe de Estado militar en México, desde luego con el apoyo de los empresarios, quienes estaban acostumbrados a tratar a los funcionarios públicos como sus gerentes o simples tenderos de estanquillo.
La directiva de sindicatos empresariales como la Coparmex, corre el riesgo de dividirse ante el radicalismo de su cúpula, que sin consultar a sus miembros lanza declaraciones que en muchos casos han afectado a sus bases empresariales; sin embargo, la batalla por lograr el desastre político del actual gobierno deja a la cúpula de ese grupo sola, porque su batalla pareciera desesperada por recuperar los privilegios que nunca debió tener en una administración pública sana.
Ante ese panorama, algunos medios le siguen el juego para recuperar lo que consideran propio, ya que habían vivido del subsidio del gobierno desde el momento de su nacimiento. Es más, podría afirmarse que, dentro de ese grupo de informáticos, no nacía un nuevo medio de comunicación si no estaba garantizado el subsidio de una u otra manera.
Recientemente se realizó una encuesta sobre la credibilidad de los medios convencionales, arrojando un resultado que a nadie sorprendió: sólo el 38.2 por ciento cree en ellos, mientras que la credibilidad el gobierno federal es de 61.8 por ciento. Es decir, si la población hubiera creído en los medios no habría ganado la elección López Obrador, porque en ellos se mostraba una campaña contra el actual presidente de la República.
En ese contexto se deja ir el rumor de un posible golpe de Estado ante la pifia del gobierno al tratar de detener al hijo de El Chapo Guzmán en Culiacán. Un error en un operativo no puede cuestionar una estrategia; sin embargo, la persistencia de los medios quiere hacer de ese hecho el más grave error de la actual administración y desacreditar a todo y a todos los que tengan que ver con la seguridad del país.
La derecha siempre ha adoptado el tema de la inseguridad porque sabe que es el puente para que el vecino del norte pueda intervenir en el país. Desde que llegó Fox, educado desde la primaria en Estados unidos, la inseguridad es el tema principal para los gobiernos y el tema esencial que se le ha impuesto a la sociedad mexicana para incrementar el temor a salir a las calles.
Pero para que haya inseguridad debe fortalecerse a la delincuencia, y así lo hicieron Fox y Calderón, simplemente habrá que ver el operativo Rápido y Furioso que aceptó de inmediato Calderón en su sexenio para darle mayor fortaleza al crimen organizado con el pretexto de darle seguimiento a las armas que llegaban de Estados Unidos y así detectar al enemigo. Un enemigo que, en realidad no lo era.
Estados Unidos capacitó a agentes de la PGR en rastreo e identificación de armas, a la par que realizaba operativos para introducir armas de manera ilegal a territorio mexicano, con el propósito de localizar a capos del crimen organizado, en operaciones como “Receptor Abierto” y “Rápido y Furioso”.
Los cursos de capacitación que dio la Agencia Norteamericana de Control de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, ocurrieron cuando la PGR era encabezada por Eduardo Medina Mora, quien recientemente renunció a su cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde fue propuesto por Enrique Peña Nieto.
Así, la derecha ahora quiere revivir la posibilidad de un golpe de Estado como la mejor manera de desacreditar al Ejército y desgastar el gobierno federal.
Sabemos que en Chile, Argentina, Brasil, y otros países de Sudamérica el golpe militar fue hecho con ayuda de los empresarios, la derecha y Estados Unidos.
Simplemente en la dictadura argentina hubo 22 mil muertos y, al parecer es lo que quiere la derecha, recordemos lo que dijo el imberbe líder nacional del PAN sobre el operativo de Culiacán: “”Ya estando en ese momento, me atrinchero, deteniendo al delincuente mientras llega respaldo terrestre y aéreo para poder controlar la situación”. Es decir, una salida de película que implica muertes de civiles, pero la derecha es sangrienta de origen y lo demuestra este proceso de invocar un Golpe de Estado. De hecho, el mismo Marko Cortés, desesperado por los reflectores ante la pérdida creciente de popularidad, llegó a pedir una explicación al mandatario López Obrador y precisar si sus dichos se basan en la existencia real de una amenaza de ese tipo. Cortés Mendoza afirmó que en caso de que se trate de un riesgo, el mandatario cuenta con ellos para hacer frente a cualquier conflicto que ponga en peligro la estabilidad del Estado mexicano.
Ese ofrecimiento de aparente ayuda no sirve más que para tratar de confirmar que existe ese peligro, cuando en el PAN saben de sobra que no es real dicho levantamiento.
Pensar en un Golpe de Estado no sólo habla de desconocer la historia, de lo cual han dado muchas muestras tanto la derecha como los empresarios, que se han dedicado a acumular militantes y ganancias, respectivamente.
Ofrecerse a hacer un frente común contra un enemigo común, quiere decir que ese enemigo existe, cuando en realidad el Ejército mexicano sostiene una disciplina ejemplar, sin precedente en América Latina y el mundo.
El presidente señaló sobre el golpe de Estado: “Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren”. PEGA Y CORRE. – Ahora, la Policía Federal deberá informar acerca de las personas a quienes les brindó escolta. Es decir, amigos y familiares que sólo hacían de las escoltas el medio para sentirse importantes… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.