Por Ricardo Burgos..
Trabajé durante diez años en la Secretaría de Educación Pública. Fue una experiencia maravillosa porque conocí en ese tiempo a profesoras y profesores de alta calidad, entregados a su vocación, la mayoría sin recibir los estímulos y salarios que debían corresponder a su trabajo y empeño.
Recordé mi paso por la SEP hace unos días cuando fui a hacer un trámite cerca de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, a un lado de la estación Normal del Metro, de la Línea 2. Me subí en Ermita e hice todo el recorrido hasta bajarme en mi destino. Era mediodía, con mucho calor, pero, por fortuna, sin tanta gente.
Antes de ir adonde tenía que entregar unos papeles, no pude evitar acercarme a la puerta de la Benemérita; por supuesto está cerrada desde marzo de 2020 cuando inició la pandemia en México. Un guardia gordito con uniforme estaba dormitando sentado del otro lado de la reja. Le pregunté cuándo reiniciaban las clases ¡Mmmmhhh, ni para cuando…quién sabe! Me contestó sin siquiera mirarme.
Recuerdo que visité varias veces la Benemérita. Es un edificio muy grande, te pierdes en sus pasillos, construcciones y hermosas áreas verdes y arboladas. Lo distingue también el auditorio al aire libre “Lauro Aguirre”, un bello espacio de convivencia y eventos magisteriales.
La escuela se fundó el 24 de febrero de 188. Se llamaba Escuela Normal para Profesores de Instrucción Primaria. Precisamente fue Lauro Aguirre, como director, que la transformó en Escuela Nacional de Maestros en 1925.
Es un centro tradicionalmente formador de maestras y maestros de primaria. Dicen quienes estudiaron ahí que de la Benemérita salen los mejores cuadros magisteriales del país para educación primaria.
Cercana a la estación del Metro San Cosme está la Escuela Normal Superior de México. La ENSM es famosa por su preparación para docentes de secundaria, especialización, diplomados y posgrados. Su origen es en los años veintes al surgir la educación secundaria.
Del otro lado de la ciudad, a unas calles de la estación Insurgentes Sur de la Línea 12 del Metro, encontramos la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños, fundada en 1948. Cuando trabajaba en la SEP conocí al primer estudiante hombre, quien resultó excelente profesor y desde entonces – hace diez años — hay apertura para que se inscriban ambos sexos en la especialidad.
Durante diez años conocí magníficos catedráticos, egresados de alguna de esas tres escuelas, comprometidos con su trabajo, responsables y dedicados a sus alumnos al ciento por ciento pese a problemas económicos, familiares y de salud. Supe de profesoras y profesores conocidos, que fallecieron el año pasado a consecuencia del Covid 19. Lo lamenté mucho.
Pese a lo que digan o hagan vivales y falsos líderes de la docencia, ser maestra o maestro sigue siendo una de las profesiones más nobles y respetadas del mundo.