Por Ricardo Burgos Orozco
Hace muchos años, en la época de la televisión blanco y negro, había un programa llamado El Túnel del Tiempo. Muchos de ustedes lo recordarán porque fue muy famoso. Los dos personajes principales hacían viajes por diferentes épocas, sobre todo al pasado.
Visitar algunas estaciones del Metro de la Ciudad de México es como transportarse miles o cientos de años atrás. Desde el inicio de la construcción de este medio de transporte se comenzaron a encontrar restos arqueológicos, osamentas humanas, de mamuts, peces y huevos de grulla.
La construcción del Metro, en 1967, significó recuperar más de 20 mil objetos que datan de la época prehispánica. En Pino Suárez, se descubrió lo que queda del centro ceremonial de Ehécatl – Quetzalcoatl o “La Pirámide de Pino Suárez”, como lo llama la gente. Se encuentra en un lugar donde todos lo pueden admirar porque está en la correspondencia entre las líneas 1 y 2.
La mayor parte de los descubrimientos prehispánicos pertenecen a la cultura mexica. Las excavaciones en el Centro Histórico de la Ciudad de México permitieron descubrir más sobre los vestigios del Templo Mayor, a unos metros de la estación Zócalo.
En esa zona también se descubrieron cajas de ofrendas elaboradas en piedra, con materiales de concha, cerámica y hueso y esculturas, entre las que destaca la llamada “La Coaticlue del Metro”, aunque estudios posteriores confirmaron que se trata de una Tlaltecúhtli, encontrada en el cruce de Izazaga e Isabel la Católica, de un metro 20 centímetros, con un peso superior a los 500 kilogramos.
El llamado “Hombre del Metro Balderas” es un cráneo de un varón de unos 35 a 40 años de edad, que vivió hace once mil años. Fue encontrado en buen estado de conservación en 1968, en Balderas, entre las calles Independencia y Juárez.
Durante la construcción de la Línea 4, que corre de Santa Anita a Martín Carrera, fueron hallados los fósiles de un mamut adulto del periodo del Pleistoceno o Edad del Hielo, hace doce mil años. Desde 1981, la osamenta se encuentra en exhibición permanente bajo un domo en la entrada oriente de la estación Talismán.
Otros restos de este tipo de animales extintos y de otras especies más, fueron encontrados en la construcción de las obras de las estaciones Viveros, Miguel de Quevedo, La Raza, Tezozomoc, Tacubaya, Patriotismo, San Joaquín, Polanco y Garibaldi Lagunilla, en distintos años de 1978 a 1995.
La mayoría de las piezas arqueológicas descubiertas por las obras del Metro, se encuentran en el Museo de Antropología, aunque no todas están en exhibición porque son miles encontradas.
El Metro de la Ciudad de México tiene dos particularidades que lo diferencian de los demás medios de transporte parecidos en el mundo: utiliza un sistema iconográfico para identificar cada una de las estaciones de la red y los hallazgos arqueológicos durante su construcción.