Por Ricardo Burgos Orozco…
Casi nunca me toca viajar en la Línea 12 del Metro, la más nueva y moderna, pero hace unos días tuve una cita en unas oficinas cercanas a Insurgentes y Félix Cuevas. Abordé desde Revolución, me fui a Ermita y ahí transbordé hacia la estación Insurgentes Sur.
Desde mi recorrido original hasta la terminal de transbordo se subieron decenas de vendedores ambulantes después que durante casi un año vieron interrumpidas sus actividades debido a la pandemia y de que había mucho menos gente.
Sin embargo, ahora ya se ve mucho movimiento en las líneas y por supuesto los “vagoneros” regresaron, aunque deben cuidarse de la vigilancia porque ya saben que si los detectan los llevan al juez cívico cercano y deben pagar una multa de 200 pesos, cantidad especial para ellos. Un muchacho que ofrecía fruta seca a diez pesos la bolsita, me dijo en Nativitas que lo acababan de detener y no había vendido nada.
En Ermita, ya en la Línea 12 el panorama es diferente. Sigue siendo la única ruta que hasta el momento no permite vendedores ambulantes o “vagoneros”. Me comentó hace tiempo un jefe de estación que ha habido mucha presión de líderes y organizaciones de ambulantes para querer meterse, incluso han amenazado con hacer manifestaciones y parar el Metro, pero no se los han permitido.
Al salir de la estación Insurgentes Sur, la zona afuera de los accesos parece una romería. Hay ambulantes de todo tipo que ofertan sus productos; ahora lo que está de moda son cubrebocas y caretas y hay de todo tipo, aunque se han abaratado con el paso del tiempo y te venden dos tapabocas KN95 por diez pesos, aunque dudo de su autenticidad.
Le pregunté a un joven que vende dulces — sentado tranquilamente en las escaleras de una de las entradas de la terminal — la razón por la cual no intentaba ingresar a los pasillos dentro del Metro como en otras líneas. Me comentó que hay cámaras por todas partes y en cuanto tratan de ingresar, llegan los encargados de la vigilancia y los regresan a la calle.
Es cierto que es importante cumplir con el reglamento del Metro y prohibir la venta informal en vagones, pasillos, corredores y andenes, pero también es una triste realidad el incremento del comercio ambulante en el país en los últimos meses debido a la contracción económica a consecuencia de la pandemia y a las políticas públicas desde hace varios gobiernos.
La Ciudad de México tiene un millón 300 mil personas dedicadas al ambulantaje…y contando.