Por Ángel Álvaro Peña
Ante la inminente velocidad de las transformaciones que el país ha tenido en los últimos meses, la población voltea a ver al Instituto Nacional Electoral como un elefante blanco que sólo estorba al desarrollo armónico de la democracia.
Los consejeros electorales forman parte de un segmento privilegiado de la burocracia nacional que están más cerca de ser parásitos que personas útiles para el sano desarrollo de nuestra democracia.
El secretario ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, obtuvo una suspensión definitiva en contra de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, con lo cual podrá seguir cobrando un salario superior al del presidente de la República.
La jueza Ana Luisa Priego Enríquez, titular del juzgado décimo tercero de distrito en materia administrativa, con sede en la Ciudad de México, también remitió el asunto a los juzgados primero y segundo de distrito del Centro Auxiliar de la Primera Región.
La rebeldía de los consejeros electorales ante la posibilidad de bajarse su salario contrasta con la sumisión que muestran cuando están compitiendo por ese cargo ante los legisladores, que son los que finalmente acreditan a quienes integrarán el Consejo General del INE.
Una vez realizado este ritual los consejeros deben pagar la factura al partido político que los propuso, pero también al partido político que votó para que la mayoría los seleccionara para ese cargo.
Con esto termina la imparcialidad que debe caracterizar toda acción de los trabajadores del INE, y, por lo tanto, también se pierde la credibilidad, la certeza y la equidad de circunstancias para competir electoralmente, por lo que su función y su confianza carecen de sustento.
Esto quiere decir que desde siempre el IFE y luego el INE no cuentan con la confianza de la población ni tienen credibilidad sus trabajos electorales. La autoridad electoral en México está cuestionada de origen, sobre todo porque al pasar del tiempo y cambiar las circunstancias políticas se muestra con mayor claridad su complicidad con el fraude electoral y su condición de privilegio en el cargo que ocupan los empleados de cierto nivel en adelante.
En este panorama la burocracia dorada del INE, prepotente y autoritaria como entes del pasado, se convierte en una carga innecesaria no sólo en el ámbito económico sino político y social, porque en nada contribuyen al sano desarrollo de la democracia.
Sin temor a equivocarnos puede afirmarse que los defectos de nuestra democracia tienen su origen en el favoritismo que los partidos políticos reciben de ese elefante blanco llamado INE.
La democracia caminaría de manera más actualizada si el INE tuviera un desarrollo más honesto y una estructura menos cara. Es hora de arrebatar los privilegios a los de siempre y darle así credibilidad a toda actividad desarrollada por la instancia democrática por excelencia.
Los consejeros electorales tienen en su labor cotidiana la obligación de apoyar al partido o partidos que lo impulsaron para llegar a ese cargo, de ahí su inestabilidad profesional y la fragilidad de su honestidad. Es por eso por lo que tienen miedo de que les cambien la manera de elegirlos.
Lorenzo Córdova Vianello, presidente electoral del INE, externó que no teme a la intervención o injerencia del gobierno federal o de los partidos políticos en la designación de los nuevos consejeros electorales.
Además, de manera temeraria, descartó las versiones de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretenda o quiera “desmantelar” a esa institución. Cuando en realidad es una urgente necesidad para darle credibilidad a los resultados electorales.
Confió en que la Cámara de Diputados estará “a la altura de las designaciones de quienes serán los árbitros electorales en los comicios del 2021 y 2024”; sin embargo, ningún partido va a ponderar la democracia sobre una derrota o victoria de su organización, de tal suerte que los legisladores tendrán en los espacios dentro del Congreso su principal preocupación, por lo que en esa inercia de favoritismo no va a preocupar la estabilidad o el equilibrio del INE.
Se hace necesario que el esquema de selección y elección de los consejeros electorales se transforme de fondo. No puede continuar un círculo vicioso que sólo enrarece el ambiente democrático de México, donde cada consejero tiene a su partido político favorito; deben ser entes autónomos para que haya en realidad democracia en nuestro país.
La descomposición del INE evita que nuestra democracia se consolide. Y esta descomposición del aparato electoral se debe a los intereses políticos y económicos de los consejeros electorales que no piensan en la democracia que deben consolidar sino en los intereses particulares, sin importarles que evitan que sea la democracia el sistema político del país.
La llegada de la Cuarta Transformación tiene la obligación de transformar, cuanto antes, el sistema electoral del país y su estructura burocrática caduca. No hacerlo no sólo implica detener el tiempo sino retrasar el cambio y evitar la evolución de la vida política de la Nación, que redunda en la conciencia cívica de todos y cada uno de los mexicanos. PEGA Y CORRE. – Para quienes quieren descalificar toda acción de la actual administración pública se dio a conocer que, en el estado de Puebla, aproximadamente 445 mil 326 personas que laboran sin seguridad social en ese estado podrán recibir atención médica gratuita en el Instituto de Salud para el Bienestar, órgano descentralizado por parte de la Secretaría de Salud Federal. A nivel nacional, el Gobierno Federal inició el año con el INSABI, que tiene una capacidad para atender a 69 millones de personas y es el reemplazo del Seguro Popular, que demostró ser caro y selectivo… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.