Por Ángel Álvaro Peña
Las lecciones de historia que surgen repentinamente de las conferencias mañaneras desde lo que se ha convertido en la tribuna más importante del país, llegan al presente y tocan, con o sin intención, al presente irremediablemente.
Tal es el caso de la mañana del martes 19 de noviembre, cuando el Presidente de la República dio a conocer su más reciente libro donde narra la llegada de la corrupción en la persona de los españoles.
No debemos olvidar que los españoles llegaron por Veracruz, la corrupción también.
Muchos de esos vicios llegaron para quedarse. Porque el no hacer, o hacer como que se hace es también un eslabón de la corrupción en México, desde hace siglos.
Sin duda el texto del presidente López Obrador será una fuente de conocimientos históricos que servirá a todos, pero sobre todo a aquellos que pertenecen a la administración pública. Libro que debe no sólo conocer sino leer más de un gobernador del país, sobre todo empezando por el lugar donde se inauguró la corrupción en México: Veracruz.
Porque a un año de gobierno los resultados que esperaban los habitantes de esa entidad no se han visto. Luego de una serie de gobernadores que saquearon al estado inmisericordemente, se necesitaba un verdadero mandatario estatal que regresara a los políticos la confianza y al sistema de partidos la certeza; sin embargo, en los último 12 meses lo que se ha visto es una insensibilidad para los problemas de los veracruzanos que raya en el crimen.
Lo peor es que los habitantes de la entidad han perdido la fe en los políticos y la confianza en los partidos. Volver a reconstruir estas condiciones exige de un gobierno que es radicalmente contrario a lo que se está haciendo desde Xalapa, donde la indiferencia ha hecho que la violencia se apodere de la entidad y la pobreza se convierta en miseria.
La corrupción es un mal que se ha creído forma parte de nuestra idiosincrasia, no lo es. Su práctica hace perder la confianza no sólo de los electores sino de los superiores, quienes depositaron su confianza en la propuesta de su persona para encabezar un gobierno. Porque no es justo ni legal que ante un gran apoyo del propio Presidente de la República, la confianza se aproveche para hacer lo que se venga en gana con una total indiferencia sobre las responsabilidades reales de un gobernador.
Esa doble traición, producto de una desmedida irresponsabilidad, tiene su origen en mentiras que tienen que ver desde el hecho de negar parentescos consanguíneos directos, hasta decir que se trabaja cuando no se hace nada. O bien decir que es eficaz siendo que la calidad de trabajo deja mucho que desear.
Cuando la población padece las mentiras desde hace muchos años de sus políticos y funcionarios públicos y ven, con decepción, que a pesar de los cambios anunciados todo sigue igual, traicionado la confianza y asesinado la esperanza, esa conducta se convierte en delito. PEGA Y CORRE.- Cualquier candidato que hubiera ganado en Baja California tenía la obligación de meter a la cárcel al exgobernador Francisco Vega de Lamadrid y a cinco de sus colaboradores por los delitos de peculado, abuso de confianza y fraude. Los excesos del exmandatario estatal fueron tantos que Jaime Bonilla, interpuso una denuncia contra el mandatario priista por una malversación de fondos por más de mil 200 millones de pesos “y una serie de abusos en donde se han detectado incluso facturas apócrifas expedidas en la pasada administración”, nada nuevo tratándose de militantes de ese partido… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.