Por Ángel Álvaro Peña
Un grupo de militantes de Morena, encabezados por Bertha Luján, crearon un movimiento interno desde hace varios meses con la intención de adueñarse del partido.
Cuando el padrón de militantes quedó en manos del entonces secretario de Organización, Gabriel García, del grupo de Bertha, el padrón se expuso mal, se manoseó, se alteró, se perdió en pocas palabras. El caso es que nunca se entregó dicho padrón hasta la fecha.
Así, cuando llegó el momento de renovar la presidencia del partido, el primer paso es la confiabilidad del padrón, el cual simplemente no existe. De ahí que no había condiciones para las elecciones internas. Entonces debe procederse a una reafiliación que comienza la próxima semana, luego una credencialización, luego consejos distritales, estatales y uno nacional, para después publicar la convocatoria para realizar las elecciones.
Es decir, nadie quiere perpetuarse en la presidencia de Morena, sino apegarse a los estatutos del partido.
De tal suerte, que todo lo que pudiera realizar Bertha Luján para convocar a la militancia, quitar y poner presidentes, carece de validez. Así que cuando se nombra con la presencia de 1310 delegados, de 3000, de los cuales votaron 700, a un presidente interino, esta acción es simplemente un juego sin ninguna validez.
Por si fuera poco, la figura de presidente interino no existe en los estatutos de Morena, de tal suerte que el nombramiento sin quórum ni votación mayoritaria, de su líder carece de legalidad, de lo cual se encargará tanto el INE como el Tribunal Federal Electoral de sancionar, aclarar y, de ser posible, castigar.
La intención de este grupo de personas que actúan fuera de los estatutos tiene varios objetivos, adueñarse del dinero del partido para crear la escuela de formación política, lo que por ley les corresponde siempre y cuando presenten un proyecto, el cual nunca han presentado.
También buscan tener en sus manos la designación de candidaturas, mantener el control de los recursos económicos, que no son pocos, y sobre todo y más que nada sacar de la presidencia de Morena a Yedickol Polevnsky, porque saben que sin ella pueden hacer del partido lo que les venga en gana, de acuerdo a sus intereses particulares y de grupo, el cual no goza de buena fama.
La transparencia y apego a los estatutos y a la ley electoral es lo que no soporta la gente de Bertha Luján, de ahí que haya una serie de actividades que intentan descalificar todo lo que se hace de acuerdo a la legalidad.
En próximos días habrá una auditoría a todas y cada una de las actividades del CEN encabezado por Yedickol Polevnsky, ordenada por ella misma.
La actual presidencia de Morena se basa en los principios del fundador de ese partido, Andrés Manuel López Obrador, quien sugirió a la militancia y a los mexicanos en general: No mentir, no robar, y, sobre todo, no traicionar. PEGA Y CORRE.- El PRI no se consagró como oposición, ni restauró sus grietas, y mucho menos puede ganar elecciones en ningún lado, tal y como lo había prometido su flamante líder que se extravía entre críticas a los gobiernos establecidos, pero es incapaz de ganar una sola elección a lo largo y ancho del país. En los últimos dos años, más de cuatro millones de ciudadanos abanderaron a ese partido que sufrió uno de sus mayores descalabros en la pasada elección presidencial. A finales del 2019 reportó que tenía a dos millones 300 mil afiliados, cuando en 2017 tenía a seis millones 368 mil 763 militantes registrados ante el INE. Esto lo coloca no sólo al margen de cualquier triunfo en las urnas, sino en una quiebra económica difícil de superar, porque la partida presupuestal para los partidos depende de la cantidad de votos que reciben. Por si fuera poco, cínicamente el excandidato de ese partido a la presidencia de la República, vuelve a los reflectores de los medios mostrando su muy característica antipatía y trata de apoyar a un partido que, prácticamente, ya no existe. No me ayudes compadre, dicen los priistas, pero la necesidad aparecer en los medios de algunos, es superior a la vergüenza y la dignidad… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.