Por Ángel Álvaro Peña
Las críticas se convierten en una continuidad del poder para quienes lo han perdido. Ante la imposibilidad de que haya delitos serios que perseguir en la actual administración pública, algunos inconformes que se autodenominan mayoría, improvisan razones para cuestionar al gobierno.
Hay mucho que corregir y más aún por hacer en todos los ámbitos del gobierno; sin embargo, para los que se dicen impacientes y decepcionados por la tardanza de soluciones a los problemas más graves del país, quieren prolongar su estancia en el poder a partir de cuestionamientos que intentan imponer una amnesia eterna a la sociedad.
Un ejemplo muy claro está en las críticas del PAN por las agresiones a los niños de parte de enfermos mentales que deben ser castigados severamente por las leyes, pero en esa preocupación por la infancia mexicana los mismos panistas olvidan que protegieron a los culpables de lo sucedido en la Guardería ABC, de Hermosillo, el 5 de junio de 2009, en un espacio concesionado a un familiar de la entonces primera dama, y también con parentesco con una de las más furibundas detractoras de la Cuarta Transformación, Mariana Gómez del Campo.
Pero ahora Josefina Vázquez Mota, y otras legisladoras panistas cuestionan al gobierno por el descuido de los menores de edad que nunca les preocuparon, al contrario, hicieron todo lo posible para que no hubiera culpables en los descuidos de los familiares de Margarita Zavala, que provocaron el incendio donde murieron 49 niños, y otros 106 resultaron lesionados. Cifras que no le piden nada a las cuestionadas por los mismos personajes del PAN que, así como se rasgaban las vestiduras por la impunidad, ahora lo hacen para que haya eficiencia en la prevención de este delito.
Lo mismo sucede con los feminicidios, contra los que nunca se actuó a grado tal que lo sucedido en Ciudad Juárez, Chihuahua, dio la vuelta al mundo, se escribieron ríos de tinta alrededor del planeta, se denunció en los medios, se filmaron películas, se trajeron especialistas de otros países, y nunca se redujo el problema.
Todo lo que sucede en la administración pública es muy molesto para los partidos de oposición que en lugar de reconstruirse invierten el poco dinero que tienen en sabotear a la Cuarta Transformación. Así, crean marchas de inconformidad artificial, movimientos radicales, infiltrados en las marchas legítimas, fake news, etc.
Otro de los factores graves de la posición de los panistas es que consideran que la administración pública crea mexicanos pasivos, flojos, que todo lo adquieren del gobierno, con su vida subsidiada, pero nunca fueron capaces de denunciar que eran subsidiados los ricos por los gobiernos anteriores. Jamás hablaron de empresas a las que se les haya exentado, al cien por ciento, de impuestos, ni reprobaron el Fobaproa, ni se quejaron por el trato especial a los empresarios mineros, ni consideraron necesario investigar nada.
La oposición critica hoy de lo que adoleció ayer. Esto sigue vivo en la memoria de la población, pero el PAN y el PRI, desde su fundación, han despreciado a la mayoría de la población, son sólo carne de votación.
Hay dos vertientes que debilitan a la oposición: la primera, lo insustancial de sus críticas, basadas en los errores que ellos mismos cometieron cuando estaban en el poder; la segunda, la imposibilidad de reconstruirse a pesar de tener conciencia de que su organización está en ruinas, es decir, a punto de perder su registro ante la autoridad electoral.
La debilidad de la oposición partidista deteriora la democracia y fortalece al partido en el poder y otorga un mandato superior involuntariamente.
Ante la imposibilidad de la oposición partidista por aportar a la vida política de México por negarse a encontrar coincidencias con el gobierno, recurre a la violencia política con acciones abiertas y soterradas, violentas, donde nada importa más que sabotear el gobierno que ellos no pudieron obtener en las urnas.
La desesperación de una oposición que no llega a serlo se niega a ver hacia adentro de sus organizaciones. Prefiere morir sin registro impidiendo gobernar que luchar para lograrlo. Su tendencia al suicidio pareciera ser producto de la urgente necesidad de morir en el trauma de la derrota electoral. PEGA Y CORRE. – La decadencia de los conservadores muestra su diálogo violento en medio de una violencia que no puede contrarrestarse con más violencia. Resulta que los senadores del PAN y PRI se manifestaron a favor de abrir el debate sobre la pena de muerte para feminicidas al considerar que la impunidad que prevalece para castigar los delitos en México ha permitido que la violencia y agresiones se desborden en el país, sobre todo contra sectores vulnerables entre ellos las mujeres… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.